Aproximadamente hace un año y medio, gané un concurso de español, en el que hablé sobre la cultura latinoamericana, representándola a través del mar, Mar adentro, mar adentro, el mar no solo ha dado luz a las criaturas que viven en este planeta, sino también ha devorado a numerosos náufragos. Por casualidad, la historia de Ramón se despliegue desde su encuentro con el mar.
Cuando era joven, Ramón solía viajar por todo el mundo de manera gratuita, aprovechando la ventaja de ser un marinero. China, Europa, África, en mi imaginación, él había visto los paisajes más lindos de este mundo, había experimentado varias relaciones románticas y delicadas. Los viajes en el mar estaban llenos de encuentros, despedidas, dulces y melancolías. A pesar de todo, su ente corporal seguía soportando su ente espiritual, lo que le otorgaba la confianza de seguir viviendo. Pero, un día, le cayó encima la desdicha, al echarse al agua, las oleadas lo venían arrollando como un profeta de su futuro. Se le fracturado su cuello, causándole un daño irremediable.
En su vida posterior, Ramón se anegaba en la agonía. Sin embargo, sus amigos y familiares jugaban un papel muy importante en este período,
Su cuñada lo cuidaba como a su propio hijo, su hermano hacía todo lo posible para frenar sus ganas de suicidarse, su sobrino le ayudaba en la diseña y reparación de su máquina creativa…
La viuda frecuentaba su casa, tratando de darle coraje, pero al final estuvo convencida de ayudarle a acabar su vida en una pequeña habitación cuya ventana daba al mar.
La abogada compartía un dolor similar con él, e incluso las dos personas se enamoraron, pero al final, fue esta misma abogada quien se olvidó totalmente de Ramón debido a la enfermedad genética.
La vida es bella, la vida era bella. Si uno no es capaz de vivir de manera digna, a su propia voluntad, ¿para qué vivimos?Así que Ramón optó por terminar su vida, porque tan libre era su espíritu y tan restringido era su cuerpo.